Creo no haber visto un mundial de fútbol tan optimista e irracional hacía mucho tiempo, pero por suerte se terminó. En algún punto me da cierta lástima que no se haya podido ganar y en otro, por todo esa enfermedad colectiva, estoy feliz; feliz de que volvamos a la "realidad" - si así se le puede llamar - por un instante.
No hay mucho por decir, adiós.
lunes, 5 de julio de 2010
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