Catastrofe y Placebo

Cuando la fantasía se convierte en la única alternativa a la realidad

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lunes, 4 de octubre de 2010

Humor rojo: Neurocirugía

Arabelle era una niña feliz y normal de origen Alemán: rubia de ojos celestes y con un bigotito negro.
En una ocasión Arabelle volvía a casa y se cruzó con un aparcabicicletas. Dejó de caminar y notó que dos barras de hierro, una al lado de la otra, estaban rotas y a 120 grados con respecto al suelo.
Ella se imaginaba teniendo sexo con la barra en la noche, pero de un momento a otro pasa su amiga Adelina y le hace un calzón chino, enganchando sus ojos contra los caños rotos de las barras mientras la gente reía.
Pasaron tres horas hasta que alguien sintió lástima por la niña que tenía los caños incrustados hasta el cráneo. Un cura la llevó al hospital, previo manoseo, y la niña fue internada de urgencia.
En el hospital habían construido una pista de hielo sobre los pasillos para deslizar más rápido a los pacientes y ella iba a ser la rata de laboratorio esta vez.
Arrojaron a la niña con la camilla y llegó a los 300 km/h, lo que sorprendió a los enfermeros. Pero al llegar a la recta final hacia la sala de cirugías, se cayó de la camilla y sus miembros se separaron del cuerpo.
Los médicos horrorizados limpiaron la sangre de la pista y siguieron jugando con otros pacientes hasta que un cirujano la levantó, la colocó en la bolsa de basura y la iba a tirar al contenedor, cuando alguien dijo: - viejo, esa es la paciente a la que tenemos que operar.
- Ah, bueno - dijo el cirujano mientras llevó la bolsa con la niña a patadas hasta la sala de operaciones.
El cuerpo ya olía mal, pero lo tiraron sobre la camilla y dejaron los brazos en el suelo.
El cirujano abrió una cerveza con la boca de la niña y después sacó un taladro; además trajo un ventilador y le arrancó los cabellos. Luego le hizo un agujero en la cabeza, destapó el cráneo, arrojó gotita, helado de crema del cielo y comió mientras miraba el fútbol para todos.
Al terminar el helado puso el cerebro de la pequeña en una licuadora, lo trituró bien y lo arrojó dentro del cráneo nuevamente. Colocó el colgajo y tiró más gotita.
La niña despertó y había desarrollado miles de conciencias por la trituración del cerebro. Cuando intentaba hablar decía algo como: "blarinbandinmandablaranblinblanblan".
Sus ojos giraban sin parar y movía cada músculo del cuerpo al mismo tiempo.
Sus padres la miraron y dijeron: - Eso te pasó por morbosa.
Me convierto en taladro, giro tirando chispas por todas partes con mi traje de Flash pero azul y todo se baña en sangre.
Amén.

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